miércoles, 10 de diciembre de 2014





Si queremos escapar no hay mejor destino que escapar a la playa. Si queremos escapar no hay mejor forma que escapar corriendo. Si queremos escapar no hay mejor compañía que la de uno mismo.
En una de esas “escapadas”, cada vez más frecuentes, me he parado y no solo a pensar, si no a observar. He mirado a mi alrededor y he podido comprobar lo que ya todos sabemos, como en un trocito tan pequeño de tierra puede convivir tanta gente distinta, al menos aparentemente. Tenemos tantas opciones delante que muchas veces esto nos aturulla y no nos permite pensar con claridad.
He observado a un grupo de gente haciendo surf. Surf!? En diciembre? Tiene que estar el agua congelada… y he sentido de ganas de quitarles un neopreno y tirarme de cabeza. A penas 100 metros más adelante, he observado a dos mujeres un tanto “curiosas” con los pies dentro del agua gélida, una de ellas con un gorro de cocinera, y un libro en la mano, ambas de pie con la mirada fija en el horizonte. Sigo avanzando y veo gente que pasea sin más, sola o acompañada. Niños que corretean detrás de los perros y padres que corren detrás de ambos. La arena está casi cubierta de caracolas, veo incluso tres claveles blancos seguidos, y algún cristal que otro. “Que cosas más extrañas hay aquí, pienso”. Sigo avanzando y observo una chica que acaba de llegar que se sienta y que saca el ordenador, un poco más adelante un chico de unos 16 años, más o menos, en pantalones cortos y sin camiseta se dispone a entrar en el agua. “Qué gente más rara!” Pienso, o a lo mejor la rara soy yo, no lo sé.
Sigo avanzando y si miro a la derecha me encuentro el mar, hoy un poco alborotado pero igual de increíble que siempre, el  horizonte se vuelve cada vez más morado conforme se acerca el anochecer, a la izquierda, el sol, cada vez más bajo, más brillante, dando los últimos coletazos de un día que pasa.

Cuando decido volver a la realidad, vuelvo a mirar por última vez el mar, y sonrío. Y pienso que yo también soy una privilegiada y que muy pocas veces soy consciente de ello, pienso en que no hay nada peor que crearse problemas cuando estos no existen, pienso que nada es demasiado importante, y pienso que al final todo sale bien, y si no sale bien, es que no es el final. Y pienso también que ahora soy yo la que parece un poco “loca” o “curiosa” mirando al mar, sin un punto fijo, y sonriendo, y ahora me doy cuenta de lo fácil que es juzgar a los demás y que quizá todos estemos un poco “locos”.


No hay comentarios:

Publicar un comentario