El saber perdonar, nos hace
grandes. El enfrentar la realidad, a veces dolorosa, nos hace fuertes. Las
derrotas o los fracasos no existen, son aprendizajes que nos ayudan a seguir
avanzando en la vida. Considera cada cicatriz, ya sea de cuerpo o alma, como
una batalla ganada, y es que ni el mejor guerrero sale ileso de una lucha.
Arriésgate a vivir, siente miedo,
siente tristeza, siente rabia, siente ira, siente alegría, siente felicidad… Sentir,
esa es la cuestión
Arriésgate a vivir con todo lo
que ello conlleva. Con sus momentos de altos y sus momentos de bajos, con sus
lágrimas, a veces de felicidad, otras de tristeza. Grita cuando sea necesario y
calla cuando creas que es lo mejor.
Arriésgate a cumplir tus sueños, a llenar
de vivencias el libro de la vida, a empaparte de culturas, de momentos, de
gentes, de recuerdos que quedarán para siempre grabados en tu retina y en tu
memoria, momentos que te harán crecer como persona, que te complementarán y que
te harán darte cuenta de las cosas bonitas que tiene la vida.
No tengas miedo a las pausas, al
silencio, a la soledad, a veces tan necesario. No tengas prisa por vivir, por
que ocurran cosas, piensa que todo tiene su momento y que las cosas siempre
pasan por algo.
Tómate tu tiempo para recuperarte,
no te sientas presionada por nada ni por nadie, cada persona es diferente a
otra, cada persona conoce sus límites, cada persona sana de diferente manera y
en diferente tiempo.
Y sobre todo, vuela, vuela muy alto y no
dejes que nunca nada ni nadie te corte las alas…